Lo primero que tenemos que conocer son los elementos que conforman el acero y sus diferentes aleaciones.
El acero es una unión entre hierro y un porcentaje determinado de carbono que puede estar entre el 0,1% y el 2%, y de acuerdo a otras características que se le quieran dar puede tener aleaciones con pequeñas cantidades de elementos como fósforo (P), azufre (S), nitrógeno (N), manganeso (Mn), silicio (Si), cromo (Cr), níquel (Ni) y molibdeno (Mo).
Estos elementos, además de diferentes tratamientos térmicos, pueden aumentar o disminuir propiedades del acero como su dureza, la resistencia al desgaste, el aguante ante los golpes, la resistencia a la corrosión o la resistencia a altas temperaturas.

El acero que se utiliza generalmente en la construcción está representado en las barras corrugadas y en las mayas electrosoldadas siendo las características que se buscan con mayor frecuencia la resistencia, ductilidad y soldabilidad.
Para cumplir estas propiedades las mejores opciones están en aquellos aceros con bajo contenido de carbono y aleaciones con elementos como silicio, fósforo, azufre u oxígeno en diferentes porcentajes que dependerán de la necesidad específica que se tenga dentro del proyecto u obra.

Por otro lado, para los aceros que pasarán por un proceso de transformación (incluyendo dobleces, roscado, cortes y demás) se necesitan características como una dureza no tan elevada, fácil mecanizado y una resistencia media.
Estas propiedades las podemos encontrar en aceros de medio y alto contenido de carbono que no necesariamente contengan otras aleaciones, a menos que se requiera por algún proceso en específico por el que deban pasar para sacar el producto final.